Ente, Antonio Chaurand
Vivimos perseguidos por un fantasma, una entidad
No podemos verla pero nos acosa a pesar de ser abstracta e intangible; no podemos librarnos de ella pues es parte de nosotros.
Habita nuestros espacios, cambia, crece.
La alimentamos cada día: come miedos, dudas, rencores, se engorda de mentiras y envidias, y de enojos y de complejos, de todo eso que callamos. Su crecimiento parece azaroso: es irregular e impredecible. Constantemente desarrolla nuevos miembros, mientras pierde otros, el resto de ellos mutan. Es bestia, quimera y también máquina.
A veces aprovecha que estamos inmersos en el sueño y nos deja verle, pero siempre a medias, siempre a oscuras; coquetea para luego esconderse. Como si se burlara mientras nos recuerda que ahí está, y que ahí va a seguir.